“Ya no pintaremos
caballos como a nosotros nos gustan o nos parecen,
sino como realmente son”.
Franz Marc.
Leía a Lorca y sus palabras se repetían
en mi cabeza: Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño. Escuchaba sus palabras,
si, pero solo veía caballos, caballos convertidos en naturaleza muerta,
reminiscencia de lo que un día fue salvaje, puro, libre, de lo que un día fue
el ser humano.Verus Equus, se presenta como el verdadero caballo, recuerdos que se pierden entre muros de hormigón, hecho que delata que “los hombres nos vamos haciendo más y más evidentes, sin remedio ni alivio” [1]. El progreso, portador de remedios y facilidades, ha encumbrado sin embargo, al hombre en la cúspide de lo irracional, de lo sublimemente absurdo, esta condición inherente al ser humano, suerte y desgracia, nos ha hecho engreídos, pero curiosamente no somos cada vez más buenos o más sabios. Y así, desbancado lo natural, solo queda vanagloriarnos de nuestros vacios, silencios y soledades, que no son más que “ciencia sin raíces” [2].
Hoy rescato al caballo del adorno, de la parafernalia, del ideal al que lo hemos acostumbrado, y vuelve más trágico, más desgarrador, más real. El verdadero caballo, se convierte en grito, denuncia y renuncia a nuestra soporífera manera de vivir y las palabras se convierten a través de los trazos en metáfora visual. Una Interpretación libre y personal de una realidad que fue poesía y ahora se hace plástica.
Todo para desembocar en El grito, mi grito, un quejío, un lamento y luego muerte. El caballo, mi caballo, un animal atormentado, un agonizante grito, que contiene la humanidad que perdimos no sé cuando, no sé dónde.
Mi caballo le grita a la violencia porque es desigualdad,
desdeña la ignorancia porque es esclavitud. Mi grito es la palabra negada al
ser humano que teme a la razón, porque estamos dormidos. El sueño nos ha hecho
ignorantes y la ignorancia nos ha hecho in-felices.Reinventemos al caballo, que no desaparezca junto con la humanidad perdida. Porque no hay caballero sin caballo, ni humanidad sin nobleza. No hay civilización sin naturaleza ni orgullo sin humildad.
“El caballo y el hombre han estado íntimamente ligados a lo largo de los siglos, tanto es así que no podríamos entender nuestra historia sin ellos...” Si, recordad estas palabras porque en breve, el pretérito perfecto pasará a ser simple y perderemos definitivamente una de las conexiones vitales que nos unen a la Madre Tierra, a la naturaleza, a nuestra alma: El Caballo.
Belén Ruiz Esturla
[1] Del
músculo al átomo, Fernado Savater, Mil años del caballo en el arte hispánico:
[exposición], editor Sociedad Estatal España Nuevo Milenio, 2001